jueves, 20 de mayo de 2010

'RELATO COLECTIVO' del Club de Lectura y Cine de Mérida


PROYECTO RELATO COLECTIVO

Club de lectura y cine “Leer en imágenes”
Biblioteca Pública de Mérida “Jesús Delgado Valhondo”


Esta iniciativa literaria consiste en elaborar un relato colectivo, entre miembros del club, para lo cual el coordinador facilitará un comienzo (aparece al final). A partir de ahí, la historia, el estilo, los personajes, la ubicación espacio-temporal… todo correrá a cargo de cada una de las personas que participen en esta actividad quienes, una por una, irán extendiendo el relato, desde la última aportación de otro compañero o compañera. De esta forma, confeccionaremos todos juntos el relato, de desarrollo y final impredecible.

La idea es que cada persona que reciba el correo electrónico del coordinador para que lo continúe, haga esta labor y posteriormente lo vuelva a enviar al coordinador con el fin de que éste lo reenvíe a otra persona y prosiga la actividad. El coordinador se encargará de recepcionar lo escrito, de darle un estilo unitario a la narración y de subir, poco a poco, el relato al blog del club de lectura y cine, donde cualquier persona podrá consultar su evolución.

Se establece como límite máximo, para cada participante, unas 300 palabras, aproximadamente.

El comienzo del relato es el siguiente. Ahora sólo es cuestión de dejar volar la imaginación y la creatividad y ponerse a escribir…



Fue durante una plomiza y fría mañana de enero, cuando sonó la primera llamada. La casa estaba vacía –al menos eso creía–. Aún aturdido y bajo los efectos de una noche frenética, me levanté con los ojos entrecerrados y actitud sonámbula, y recorrí el largo pasillo hasta el salón, donde el teléfono no paraba de sonar. Una voz, que aunque conocida no podía identificar, me sobresaltó por su firmeza al señalarme, en tono muy grave: “Tienes que hacer todo lo que te digamos. No te asustes, si nos obedeces, tu vida no correrá peligro.

José Manuel Rodríguez Pizarro

Sin saber muy bien si era una broma de mal gusto o una amenazante realidad, decidí continuar el juego.
–Dime, ¿qué quieres que haga?
La voz sonó en tono imperante: “debes caminar lentamente hacia el portal; al llegar a la puerta de entrada, te desnudas completamente y dejas toda la ropa que lleves puesta sobre el umbral. Camina en línea recta hasta la fuente que está frente a tu casa. Al llegar allí, te introduces en el agua y das siete vueltas alrededor del monumento. Cuando termines, regresas, te vistes y escuchas las nuevas instrucciones...”.

Carmen Montenegro Tena-Dávila


Mi primera impresión después de escuchar aquellas instrucciones fue que alguien me quería gastar una broma pesada. Abrí la puerta de la entrada y comprobé que la nieve se acumulaba en las aceras de la calle. Miré a mi alrededor.

“Sin duda, alguien me está vigilando y está pasando un buen rato a mi costa”, pensé.

Aterido de frío no me decidía a seguir las instrucciones que me daban de quitarme la ropa y meterme en la fuente.

“¿Se han vuelto loco? ¿tanto me odian que me quieren ver sufrir? ¿qué les he hecho yo?”, me preguntaba desesperado en voz alta.

Por mucho que intentaba recordar la voz que me había hablado por teléfono, no podía recordar a quien pertenecía.

Decidí no seguir con el juego y regresar dentro de casa. “¿Qué pasara ahora?”, pensaba algo atemorizado…

Julia Otero de las Heras

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